Por Roberto Ramírez, MD.
Asuntos públicos y sostenibilidad para países andinos, Bayer
Publicación original: Perspectiva 25: PesticideFacts.org
Como diría el comediante Seth Meyers, «es hora de mirar más de cerca» … a los plaguicidas. Si observas en un nivel molecular, descubrirás fórmulas cuidadosamente examinadas, altamente probadas y estrictamente reguladas. Y eso no es broma. De hecho, se necesitan aproximadamente $ 301 millones de dólares y 12.3 años de investigación y desarrollo para llevar un producto de este tipo al mercado.1 ¡Eso es $67,052 por día durante 4.489,5 días! No hace falta decir que los plaguicidas son algunos de los productos más evaluados y regulados del mundo.
Evaluaciones, evaluaciones y más evaluaciones
Al principio, se analiza un promedio de 160.000 moléculas químicas para descartar aquellas con posibles efectos negativos y retener aquellas con la capacidad de controlar plagas específicas. Este subconjunto se reduce a unos pocos o solo uno para convertirse en un ingrediente activo (que controla las plagas) en una fórmula de plaguicida. Este ingrediente se combina con los «inactivos» que ayudan a distribuirlo de manera efectiva y segura a los cultivos.
La fórmula resultante se somete a alrededor de 120 pruebas para evaluar una variedad de posibles efectos adversos tanto en los seres humanos como en la vida silvestre. Estas evaluaciones, basadas en directrices regulatorias aceptadas internacionalmente, respaldan la evaluación de riesgos regulatorios. Consideran poblaciones vulnerables como niños y personas mayores, así como ventanas sensibles de exposición como el embarazo y la pubertad. Si surge algún efecto perjudicial, la fórmula se revisa o rechaza. Si no es así, se envía un gran expediente de datos que demuestran la seguridad de un plaguicida potencial a los reguladores nacionales para su evaluación. Si se aprueba, lo que significa que es seguro para su uso según la etiqueta, el producto se registra para la venta. Se garantiza un alto margen de seguridad para la exposición al pesticida tanto del usuario como del consumidor (residuo potencial de plaguicida).
Pero la regulación no se detiene ahí. Aproximadamente cada 10 años, cada pesticida debe reevaluarse y volverse a registrar de acuerdo con la ciencia más reciente. Tanto los reguladores gubernamentales como la industria de plaguicidas revisan y monitorean continuamente los productos para identificar cualquier efecto de salud potencial o imprevisto.
Fórmulas nuevas y mejoradas
Los plaguicidas están mejorando continuamente gracias a la innovación científica. Hoy en día son más eficaces y menos tóxicos que sus predecesores de hace unas décadas; se pueden usar menos y persisten mucho menos en el medio ambiente, con una bio-acumulación mínima en los organismos vivos. De hecho, la mayoría de los plaguicidas más nuevos son menos tóxicos que la sal de mesa o el vinagre. Esto se debe a que los ingredientes activos problemáticos se eliminan al principio del proceso de desarrollo.
Con respecto a la eficacia mejorada, las tasas de aplicación de ingredientes activos por hectárea han disminuido en un 95% en los productos más nuevos en comparación con los más antiguos. Esta disminución de kilogramos por hectárea en la década de 1960 a gramos por hectárea en la actualidad se debe a los avances en la ciencia y tecnología de las plantas.
Por ejemplo, los computadores ahora se utilizan para evaluar cientos de miles de estructuras químicas que podrían ser ingredientes activos con una precisión milimétrica. Son más rápidos, precisos y fáciles de usar que los métodos más antiguos. Los químicos “instruyen” a los computadores que garanticen que los plaguicidas sean más seguros y efectivos que nunca.
Los productos biológicos, que están hechos de materiales vivos o naturales, son una clase creciente de plaguicidas. Incluyen macrobios como arañas depredadoras y parásitos; microbios como virus, bacterias y hongos con cualidades similares a los de los plaguicidas; semioquímicos que interfieren con la comunicación de plagas, como por ejemplo las feromonas; y productos naturales como botánicos. Una ventaja es que todos los agricultores pueden utilizar productos biológicos, incluidos los productores orgánicos.
Además, los científicos de plantas están mejorando los sistemas de administración de plaguicidas para hacerlos aún más específicos o controlados. Por ejemplo, la «micro-encapsulación» activa un ingrediente activo por temperatura, exposición a la luz solar u otro factor. Los tratamientos de semillas son recubrimientos con plaguicidas sobre semillas que las protegen de plagas y enfermedades durante la emergencia de las plantas.
Desde la década de 1960, ha habido mejoras significativas en las propiedades y beneficios de los plaguicidas. El número y la variedad de productos han aumentado de forma impresionante, incluidos los biológicos. Todos han contribuido a un aumento importante de la producción de cultivos, principalmente a través de mejores rendimientos, en vez de ampliar la frontera agrícola. Por ejemplo, la producción de alimentos por tonelada de ingrediente activo utilizado ha aumentado en más del 10 por ciento desde 1980.2
Los beneficios para los agricultores son claros. Pero ¿qué pasa con los consumidores? Con menos insumos y costos para producirlos, los alimentos son menos costosos. Además, las personas pueden y deben comer muchas frutas, verduras y cereales integrales sin preocuparse por los residuos de plaguicidas. Eso es una buena noticia para un cambio en «una mirada más cercana».
1 The Cost of New Agrochemical Product Discovery, Development and Registration in 1995, 2000, 2005-8 and 2010-2014; R&D expenditure in 2014 and expectations for 2019. Phillips McDougall. March 2016. https://croplife-r9qnrxt3qxgjra4.netdna-ssl.com/wp-content/uploads/2016/04/Cost-of-CP-report-FINAL.pdf
2 Phillips McDougall. Evolution of the Crop Protection Industry Since 1960. April 2019. https://croplife.org/wp-content/uploads/2018/11/Phillips-McDougall-Evolution-of-the-Crop-Protection-Industry-since-1960-FINAL-REPORT.pdf