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Si existe un alimento al que se le deba dar reconocimiento por proteger la seguridad alimentaria, ese debe ser el arroz. Un cereal de origen asiático, que se cosecha y consume en todos los rincones del planeta.

El arroz junto al trigo, el maíz, el algodón entre otros, son cultivos antiquisimos y por lo mismo los avances tecnológicos son notables. Hoy contamos con semillas de arroz certificadas que permiten mayor productividad y calidad, con insumos de fertilización y protección del cultivo; encontramos plantaciones de arroz súper tecnificadas y también pequeños productores familiares. Tenemos una gran variedad de arroces, desde el tradicional blanco o integral, de grano largo, grano corto, hasta el arroz salvaje conocido por su color oscuro. Arroces que requieren distintos tiempos de cocción y que son utilizados en un sinfín de recetas, desde sushi, paella o el tradicional arroz con leche.

A pesar de ser un alimento popular, que en América Latina se sirve en la mesa prácticamente todos los días en Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Venezuela, Perú y Brasil, su producción exige muchos cuidados, conocimiento y tecnología.

Para que el arroz llegue a nuestra mesa, los productores de este apetecido grano enfrentan varias dificultades, entre ellas el clima, las plagas, malezas y enfermedades. Una de las enfermedades más complicadas del arroz es el añublo bacterial de la panícula, una enfermedad bacteriana que causa la pudrición de los granos y plántulas del cereal. 

Esta enfermedad agrícola de origen nipón llegó a Colombia en 1989, a Panamá en el 2007 y se registró en¡ Venezuela en el 2011. En 2006 la enfermedad volvió a atacar a Colombia, generando perdidas de más del 40% en rendimiento de los cultivos de arroz.  

Pese a los esfuerzos por controlar la bacteria a través del uso adecuado de bactericidas, la enfermedad ha permanecido en algunas zonas de América Latina, en donde la temperatura supera los 30°C y la humedad es mayor a 80%. Estas condiciones ambientales favorecen el desarrollo de la bacteria y puede causar pérdidas en los rendimientos de hasta el 80%, y generar emergencias sanitarias. 

Para evitar los problemas del añublo bacterial los productores de arroz protegen sus cultivos con Buenas Prácticas Agrícolas que incluyen el uso correcto de bactericidas, el uso de semillas certificadas, riesgo y fertilización adecuado, rotación de cultivos y eliminación de residuos de cosechas. Estas prácticas además contribuyen a controlar las malezas que pueden ser el primer problema que enfrentan los arroceros en todo el mundo.

El consumo de arroz continuará aumentando, se estima que para 2050 el consumo anual de este cereal a nivel global crecerá de 420 a 525 millones de toneladas. América Latina tiene el potencial de aumentar de manera sostenible su producción de arroz. El reto es mejorar las practicas agrícolas y con ellas los indicadores ambientales.

Fuentes: