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Las plagas amantes del cacao

By Plagas No Comments

El cacao tiene un papel vital en la economía y la historia de América Latina; es el tercer producto de exportación agrícola de la región y el mundo, y su industria está valorada en 200.000 millones de dólares anuales.

Aunque los mejores productores de chocolate tradicionales son los europeos, la producción depende en gran medida del suministro de países de África y de nuestro continente.

Especialmente se encuentran plantaciones de cacao en la cuenca del Amazonas, en Colombia, Ecuador, Brasil y Perú. Justo en este último, reconocido país andino, se reúnen cada año, y por séptima vez consecutiva en 2017, maestros chocolateros y pasteleros de Alemania, Austria, Bélgica, Canadá, Estados Unidos, Holanda, Japón y el país anfitrión en el Salón del Chocolate y el Cacao.

La programación incluye degustaciones de chocolatería y pastelería, exhibiciones de moda y artesanías, ruedas de negocio y catas para conocer a fondo sobre el valor nutricional, terapéutico y cosmético de este fruto.

Ecuador, por su parte, celebra también la selección de Pacarí, un chocolate de la variedad Arriba premiado con oro en los Premios Internacionales del Chocolate por quinta vez.

Este puede ser el renacimiento del cacao ecuatoriano, que dejó de cultivarse a principios del XX a causa de la extensión de un hongo que diezmó las cosechas. Hoy 3.500 familias trabajan para producir este cacao excelso con ingresos cercanos a los 150 dólares por quintal.

En la misma ruta de la sostenibilidad avanzan cultivadores en Brasil. En el sur de Bahía, la ciudad de Ilhéus es el corazón de la ruta del chocolate, casi desde la Conquista. Una historia tan ligada al cultivo de este fruto que fue el escenario en que se inspiró Jorge Amado para Gabriela, clavo y canela, su aclamada novela.

Pero a finales del siglo pasado, el hongo Moniliophtora perniciosa, que transmite la enfermedad escoba de bruja, se propagó hasta desmoronar la producción brasileña, de la cual el 80% está concentrada en este estado costero.

Ahora muchas construcciones asociadas al cultivo como locales, bodegas, monumentos y estaciones de tren que datan la era colonial portuguesa son destino turístico y aliciente para que los jóvenes quieran ser productores de cacao y la tradición en la región no muera.

En Colombia aumentó la producción y avanza la lucha contral el mal del machete, una enfermedad que mata la planta en varios países de la región. Aunque las previsiones de la industria colombiana para 2016 eran conservadoras, por un clima adverso, el país andino alcanzó las 56 mil toneladas, récord a nivel nacional y un crecimiento del 3,6% respecto del año anterior.

Reemplazar árboles viejos e implementar programas de fertilización y manejo poscosecha, según informa la revista Dinero en Colombia, fueron claves para mitigar el impacto de las plagas.

En ese sentido también avanza la investigación científica. Desde Medellín, los laboratorios de Biología Molecular de EAFIT y de Genómica de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp, Brasil) reconstruyeron la historia del mal del machete para extraer lecciones que sirvan a su control. 350 de los más de mil municipios colombianos cultivan cacao.

Este hongo se originó en la cuenca del Amazonas y se expandió exponencialmente por Colombia, Brasil, Costa Rica y Ecuador. Cuando ataca, causa el marchite total de la planta. Este estudio es el más detallado que se ha hecho sobre las enfermedades del cacao, afirma Javier Correa Álvarez de EAFIT.

Las Buenas prácticas agrícolas son la clave para la sostenibilidad de este cultivo, que enfrenta muchos riesgos, incluido el cambio climático. El uso de fungicidas puede ayudar a controlar los hongos y evitar que este fruto no llegue a nuestra mesa en forma de chocolatina, torta o bebida caliente.

Con el aumento de 2,5 grados de la temperatura media prevista para el 2050, la casi totalidad de los terrenos que hoy están dedicados al cultivo del cacao no serán aptos.

Muchos alimentos deliciosos, nutritivos y saludables estarían en riesgo. De allí la importancia de conocer los productos que controlan hongos e infestaciones y usarlos de acuerdo a las recomendaciones de la etiqueta. En caso de duda, recuerda siempre consultar a un experto.

Fútbol, césped y plagas

By Plagas No Comments

Es probablemente el estadio más costoso de la historia y su construcción, más demorada que la del milenario Coliseo Romano. Pero ahí está: el extravagante y ultra moderno Krestovski o Zenit Arena que albergará la final de la Copa Confederaciones y -el en 2018- una de las semifinales de las Copa del Mundo de la Fifa.

Cuando los 22 jugadores y el equipo arbitral salten a la cancha para disputar la final, una nueva batalla contra las plagas se habrá ganado en el mundo.

Pero no fue fácil. Un mes antes de comenzar el torneo que hoy concentra la atención mundial, el más importante de los escenarios deportivos que presenta la Federación Rusa libró una dura lucha para contar con una grama firme y reluciente.

En los climas gélidos de Rusia no es sencillo mantener un césped digno de las fintas, regates y milimétricos pases de Cristiano Ronaldo, Julian Drexler, Alexis Sánchez o Chicharito Hernández.

Los hongos y el moho están a la orden del día por las bajas temperaturas y el hielo, lo cual puede causar la pudrición del césped. De hecho, parte de la inversión -entre 800 y 1500 millones de euros, según la fuente- en el estadio de la final fue destinada a poner a punto una cancha en condiciones francamente adversas: exceso de lluvia y falta de sol durante la mayor parte del año. Como señaló a la agencia AFP Boulat Litvinov, director comercial del Kazan Arena, otro estadio de la Copa, “el clima en Rusia no favorece el cultivo de un césped natural».

Pero los factores naturales no fueron los únicos causantes de los retrasos en la adecuación del gramado del estadio petersburgués. La falta de cuidado en la primavera también incidió. El trajín previo de la cancha por parte del club Zenit FC, que oficia de local allí en el torneo ruso, impidió que creciera una grama pareja y sana.  

Pese a que el objetivo era tener un campo impecable para la inauguración de la Copa Confederaciones, apenas dos semanas antes del debut de Portugal y Nueva Zelanda la capa de césped tuvo que ser reemplazada, debido a los efectos de una inusualmente fría primavera. Por eso en las horas previas a la final se intensificó el uso de calentadores y otras protecciones.

Lo cierto es que los 68.000 espectadores que llegan a esta final en la isla bañada por el río Neva donde está ubicado el costoso escenario deportivo verán el resultado de esta curación: una cancha libre de hongos y moho para dar rienda suelta al mejor espectáculo deportivo del mundo.