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Aunque en ocasiones no lo creamos, el ser humano no vive solo en el planeta, diariamente compartimos con otros seres vivos que pueden ser benéficos para algunos ecosistemas pero que pueden convertirse en un problema para otros. Te estamos hablando de las plagas, que están presentes en muchos aspectos de nuestra vida: en el espacio público, la agricultura y hasta en nuestro hogar.

Si cerca de tu casa hay desperdicios y basuras no tratadas, por ejemplo, lo más probable es que un roedor o una cucaracha pueda llegar y causar no solo daños materiales sino también a la salud humana o animal. También, si viajas a lugares húmedos tu piel posiblemente será víctima de mosquitos y con ellos podrías adquirir enfermedades. Incluso, una persona que se dedique a la producción agrícola debe enfrentar constantemente a hongos, insectos y malezas que atacan a los cultivos y pueden poner en riesgo la producción de los alimentos y fibras ¬que utilizamos a diario.

Como ves, las plagas no son un juego, están presentes en cualquier lugar y todos los ecosistemas son vulnerables frente a ellas. Sin embargo, gracias a la investigación científica, hoy es posible controlarlas con más eficacia, por medio de una variedad de procesos que describiremos más adelante. Con control cultural, biológico o químico, es posible controlar a los insectos, nemátodos, moluscos y otras especies que afecten nuestra cotidianidad.

Tipos de control de plagas

Control biológico

Su uso es frecuente en la agricultura, es un método que por medio de organismos vivos, busca controlar las plagas que ocasionan enfermedades a los cultivos. Para esta aplicación, los agricultores necesitan ser muy selectivos y conocer qué es lo que afecta sus plantaciones, para sí usar insectos depredadores que se alimenten del problema y no de las plantas. Pues bien se sabe que en la cadena trófica o alimenticia, los organismos tienden alimentarse de algo específico.

Existen dos estrategias populares para este control, la primera es la Importación. Cuando la población de la plaga es tan grande que ha colonizado por completo el hábitat y ha sacado a sus enemigos de ella, es necesario traer agentes naturales de otros ambientes que combatan esa plaga. Su uso es frecuente en lugares donde la vegetación no cambia constantemente, como: bosques, cultivos frutales, forestales o reservas naturales.

Inundación, es la segunda metodología, a diferencia de la primera es aplicada en lugares cerrados como los invernaderos, igual sigue conservando la liberación de agentes naturales, sólo que en mayor cantidad para que el control de la plaga sea más eficiente.Sin embargo, el control biológico aún no tiene propiedades milagrosas, por ello no es posible controlar las plagas sólo con su método, es necesario alternar las estrategias con control cultural y fitosanitario. Te puede interesar: ¿Qué son los plaguicidas?

Control Cultural

Una de las prácticas comunes que se debe implementar en los cultivos es el control cultural. Esta consiste en elegir en qué época del año o bajo qué condiciones climáticas sembrar, cuánto y con qué periodicidad hacer riego, cuando es necesario rotar los cultivos, conocer y aplicar diferentes fertilizantes y más, son estrategias que además de prevenir y controlar diferentes agentes problemas en los cultivos, ayudan a la eficiencia de la producción agrícola.

Asimismo, el monitoreo y control de las plagas se puede realizar en una primera etapa con el uso de trampas para atraer, capturar y controlar a los insectos que pueden causan daños a los cultivos. Las más usadas son las de colores, consiste en colgar plásticos de colores con aceites vegetales o sintéticos, con el fin de que los insectos queden pegados en ellos, y mueran por falta de alimento y agua. Ejemplo: las trampas de color blanco atraen algunas moscas y tripidos, los escarabajos se ven atraídos por las de color rojo y el amarillo, como el color más atrayente para algunos insectos.

Otra de las formas más comunes de control de plagas y no solo en la agricultura, sino también en las ciudades, es el uso de la luz como trampas. ¿Alguna vez has usado pastillas insecticidas sobre los bombillos o la red eléctrica de tu casa? Las moscas, zancudos y mosquitos son atraídos por la luz, y el efecto del insecticida controla a estas plagas al instante.

Control químico

El control químico es la última estancia que se implementa en los métodos para hacer un control de plagas. Este consiste en el uso de sustancias químicas o plaguicidas, para prevenir o controlar las plagas en los cultivos, la vida cotidiana o la salud pública. Este tipo de sustancias, deben aplicarse bajo ciertos lineamientos contenidos en las etiquetas. Su buen uso, garantizará el buen control de plagas y la seguridad al momento de su uso.  Te puede interesar: Investigación y desarrollo de los plaguicidas.

Los plaguicidas son diseñados para el control de plagas específicas, por eso para su manipulación debe conocerse la ciencia que hay detrás de cada producto y de cada plaga. Por ejemplo, sólo para controlar insectos que son perjudiciales para la salud, se debe usar insecticidas, producto que podemos encontrar de diversas formas en la vida cotidiana. Y herbicidas o fungicidas para controlar enfermedades que atacan directamente las plantas, su aplicación es popular en jardines y en la agricultura. A continuación, te los presentamos para que conozcas mejor su función:

Insecticidas

Son aquellos agroquímicos formulados que ayudan a los agricultores, al personal médico y el público en general, a controlar exclusivamente aquellos insectos que se convierten en una amenaza. Por ejemplo: las pulgas, los mosquitos, las cucarachas, los ácaros, los chinches, la mosca de la fruta, las cochinillas, y otras especies que pueden afectar la producción de alimentos o nuestro estilo de vida.

Pues bien, hay personas que sufren de entomofobia, es decir que tienen fobia a los insectos, y para ellas, ver una cucaracha volando sobre sus cabezas puede representar un ataque de pánico.  Te puede interesar: las cucarachas no son una plaga de película.

Te preguntarás cómo funcionan los insecticidas. Pues bien, estas sustancias pueden atacar el sistema nervioso de los insectos, o pueden afectar su exoesqueleto, o su capacidad de crecimiento, entre otros modos de acción. Las principales clases de insecticidas se pueden agrupar de acuerdo con su composición química en las siguientes categorías: organofosforados; organoclorinados; carbamatos, piretroides; neonicotinoides; entre otros. También pueden clasificarse como naturales o sintéticos; orgánicos o inorgánicos, biológicos, derivados de plantas; etc.

Herbicidas

En la naturaleza, existen muchas plantas que no nos ofrecen ningún beneficio como fuentes de alimento o plantas ornamentales y son especies que limitan la disponibilidad de nutrientes del suelo y otros recursos que sirven de alimento a organismos que hacen parte de los ecosistemas y la biodiversidad. En algunos casos es particularmente importante controlar el crecimiento y la propagación de estas malezas que afectan la productividad y la viabilidad de cultivos u otras plantas útiles.

Este tipo de plantas indeseables se controlan con plaguicidas conocidos como herbicidas. Algunos son fitohormonas y otros son sintetizados, los cuales se encargan de imitar la acción de estas sustancias que controlan el crecimiento y desarrollo de las malezas. Otros herbicidas actúan por contacto en los lugares específicos de aplicación y otros actúan de forma sistémica en toda la planta. También existen herbicidas que se utilizan en una etapa de prevención, antes de que las malezas puedan germinar en el suelo y otros que se aplican después de que estas han crecido y deben posteriormente eliminarse.

Fungicidas

La mayoría de enfermedades presentes en la agricultura y plantas, son ocasionadas por los hongos, microorganismos que ponen en riesgo muchos cultivos alimenticios, infectándolos con tizón, mildiu, roya, antracnosis y otras especies que en condiciones de extrema humedad mohosean y marchitan las hojas, flores, frutos y raíces de los cultivos, incluso estos podrían morir de no ser tratados con fungicidas por contacto o de manera sistémica. Te puede interesar: Por qué te hace bien un café en las mañanas