Es probablemente el estadio más costoso de la historia y su construcción, más demorada que la del milenario Coliseo Romano. Pero ahí está: el extravagante y ultra moderno Krestovski o Zenit Arena que albergará la final de la Copa Confederaciones y -el en 2018- una de las semifinales de las Copa del Mundo de la Fifa.
Cuando los 22 jugadores y el equipo arbitral salten a la cancha para disputar la final, una nueva batalla contra las plagas se habrá ganado en el mundo.
Pero no fue fácil. Un mes antes de comenzar el torneo que hoy concentra la atención mundial, el más importante de los escenarios deportivos que presenta la Federación Rusa libró una dura lucha para contar con una grama firme y reluciente.
En los climas gélidos de Rusia no es sencillo mantener un césped digno de las fintas, regates y milimétricos pases de Cristiano Ronaldo, Julian Drexler, Alexis Sánchez o Chicharito Hernández.
Los hongos y el moho están a la orden del día por las bajas temperaturas y el hielo, lo cual puede causar la pudrición del césped. De hecho, parte de la inversión -entre 800 y 1500 millones de euros, según la fuente- en el estadio de la final fue destinada a poner a punto una cancha en condiciones francamente adversas: exceso de lluvia y falta de sol durante la mayor parte del año. Como señaló a la agencia AFP Boulat Litvinov, director comercial del Kazan Arena, otro estadio de la Copa, “el clima en Rusia no favorece el cultivo de un césped natural».
Pero los factores naturales no fueron los únicos causantes de los retrasos en la adecuación del gramado del estadio petersburgués. La falta de cuidado en la primavera también incidió. El trajín previo de la cancha por parte del club Zenit FC, que oficia de local allí en el torneo ruso, impidió que creciera una grama pareja y sana.
Pese a que el objetivo era tener un campo impecable para la inauguración de la Copa Confederaciones, apenas dos semanas antes del debut de Portugal y Nueva Zelanda la capa de césped tuvo que ser reemplazada, debido a los efectos de una inusualmente fría primavera. Por eso en las horas previas a la final se intensificó el uso de calentadores y otras protecciones.
Lo cierto es que los 68.000 espectadores que llegan a esta final en la isla bañada por el río Neva donde está ubicado el costoso escenario deportivo verán el resultado de esta curación: una cancha libre de hongos y moho para dar rienda suelta al mejor espectáculo deportivo del mundo.