Los plaguicidas no solo previenen la transmisión de enfermedades transmitidas por vectores a las personas, sino que también mejoran significativamente la seguridad alimentaria al prevenir las enfermedades transmitidas por insectos en las plantas y la pérdida de cultivos debido a las infestaciones de malezas.
Para muchas personas sobrevivientes de cáncer retomar su
vida habitual representa todo un desafío. Son muchos los cambios que han
enfrentado y muchas las dudas que los embargan al momento de volver al ritmo
habitual de sus vidas.
Quienes han superado con éxito esta enfermedad describen
estos primeros meses como un proceso de transformación, lleno de muchos miedos
e inquietudes sobre cómo reintegrarse al ritmo normal de sus vidas, y sobre
todo, cómo implementar una alimentación que sea lo más sana y balanceada
posible.
Así lo explica María Holguín, una joven maestra de
secundaria, sobreviviente de cáncer de mama: “Cuando el doctor me dio de alta, no dejaba de preguntarme, ¿Qué debo hacer
ahora? ¿Cómo hago para llevar un estilo de vida saludable? ¿Qué alimentos y
productos debo o no consumir?
Al igual que ella, muchas personas en su misma situación
tienen las mismas interrogantes y dedican mucho tiempo a investigar sobre los
hábitos de vida que deben llevar y qué productos y alimentos consumir. Éstos usualmente se dejan llevar por el
consejo de familiares y amigos, recopilan información que no siempre es
correcta de páginas web, libros y revistas, o peor aún, suelen eliminar de su
dieta una serie de alimentos importantes que vienen del campo, o incluyen otros
insumos, hierbas y complementos que sí pueden ser dañinos.
Así lo confirma la Dra. Annette Goldberg, una dietista
oncológica para pacientes ambulatorios en Boston Medical Center Cancer Care Center,
en el portal www.cáncer.net “Existen
innumerables mitos sobre lo que una persona debe comer o no después de un
diagnóstico de cáncer. La información engañosa e incorrecta puede dejar a las
personas confusas y asustadas.”
Una de las creencias más populares es que los alimentos
convencionales pueden contener residuos de plaguicidas, fertilizantes, antibióticos
o químicos en general y éstos a su vez, pueden ser los causantes de algún tipo
de cáncer.
La clave es conocer la toxicidad
Yohanan Núñez, biólogo y científico dominicano asegura
que “todo lo que existe tiene “químicos”:
nuestro cuerpo, los productos de limpieza, la comida que consumimos, las
medicinas, los productos de cuidado personal”. Las personas tienden a confundir lo “Químico por
lo Tóxico”, para saber si un alimento nos hace daño o no, se determina su
TOXICIDAD, no si tiene químicos, asegura Nuñez.
La toxicidad de un producto es determinada
por la cantidad en que se utilice. Ya lo decía el médico y astrólogo suizo Paracelso:
“Todas las sustancias son venenos, no existe ninguna que no lo
sea. La dosis diferencia un veneno de un remedio”.
Este principio se basa en la
conclusión de que todos los productos químicos -incluso el agua y el oxígeno-
pueden ser tóxicos si se ingiere demasiado o se absorbe en el cuerpo. Por el contrario,
si la dosis o el nivel de exposición es suficientemente bajo, incluso una
sustancia tóxica dejará de causar un efecto perjudicial. Por lo tanto, la
potencia de un producto químico es finalmente definida por la dosis, explica el
portal, Chemical safety facts.org.
¿Qué pasa con los químicos utilizados en la agricultura?
Para el caso de los plaguicidas
utilizados en el control de plagas, malezas y enfermedades que afectan los cultivos,
existen directrices globales y locales que tienen como objetivo el uso y manejo
responsable de estas sustancias. Su
aplicación en la agricultura está controlada y regulada por organizaciones
internacionales como la Comisión del Codex Alimentarius, la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), y la Organización
Mundial de la Salud (OMS), y por organizaciones nacionales como la Comisión
Federal para la Prevención de Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) en México, para citar
algunos ejemplos.
Existen recomendaciones sobre
el nivel de residuos de plaguicidas que pueden estar presentes en los alimentos.
Se trata de estándares establecidos con suficiente seguridad para la salud
humana. Los residuos de plaguicidas en los alimentos son muy bajos y no están
asociados con elevar el riesgo de cáncer.
¿Cuál debe ser mi plan de nutrición?
Llevar una dieta rica en frutas
y vegetales es fundamental, le permitirá al paciente recuperar fuerzas, reconstruir
el tejido afectado y reducir el riesgo de desarrollar otras enfermedades. no dude
en preguntar a sus médicos sobre los alimentos que debe incluir en su dieta y
recuerde que seguir las normas de higiene en la cocina es fundamental. Les
compartimos aquí un video de la nutricionista y catedrática española Montaña Cámara
Hurtado.
Alimentos seguros en casa
Las
personas que reciben un tratamiento contra el cáncer deben prestar atención a
la seguridad de los alimentos. Algunos tratamientos pueden debilitar el sistema
inmune, lo que aumenta el riesgo de una infección. Las infecciones alimentarias
se producen cuando bacterias, virus u hongos perjudiciales contaminan los
alimentos y lo enferman. Recuerde que,
aunque los alimentos se vean bien, pueden contener patógenos (bacterias, virus
o parásitos) imperceptibles a la vista y que pueden causar enfermedades.
La FDA,
agencia del gobierno de los Estados Unidos responsable de la regulación de
alimentos, medicamentos, cosméticos, aparatos médicos, productos biológicos y
derivados sanguíneos, en su guía de Inocuidad Alimentaria para personas con
cáncer, recomienda lo siguiente:
Antes de llegar a nuestras mesas los alimentos son sometidos a múltiples controles para garantizar que son seguros. Estamos en una época en la que evaluamos y analizamos los alimentos como no lo habíamos hecho antes, asegura la catedrática de Nutrición y Ciencia de los Alimentos en la Universidad Complutense de Madrid (España), Montaña Cámara Hurtado.
Sin embargo, los miedos también abundan en esta época digital y de información instantánea y han generado una percepción negativa hacia los alimentos. “Que hacen daño, que causan cáncer, que producen alergias” son contenidos recurrentes en las redes sociales que en su mayoría carecen de referencias bibliográficas o de voces de la academia.
Por eso hoy les presentamos una entrevista con la profesora Cámara Hurtado, quien habla de los protocolos de evaluación de riesgos de los alimentos, hace un recordatorio de las normas de higiene a la hora de manipular los alimentos y nos insiste en la importancia de alimentarnos de manera balanceada reconociendo las particularidades del cuerpo de cada individuo.
Le denominan quimiofobia y es un temor excesivo a todos los productos químicos a pesar de que la química nos ha acompañado desde tiempos remotos hasta nuestros días.
Enero 2020
Imagine
su vida sin la mezcla de gases compuesta por 78% de nitrógeno, 21% de oxígeno,
0.93 % de argón y 0.04 % de dióxido de carbono. O quizás sin aquellas moléculas
compuestas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Con certeza
moriríamos, pues sin aire ni agua es imposible vivir.
Así de recurrente es la química en la vida de los casi
8000 millones de habitantes del planeta. Desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos vivimos rodeados de ella.
Ya lo decía el químico fránces, Jean Marie Pierre
Lehn, galardonado con el Premio Nobel en esa disciplina, en 1987: “La química es como el
arte. Por ambos caminos obtienes cosas. Con la química puedes cambiar el orden
de los átomos y crear realidades que no existían”.
Todo
en nuestra vida es química. Al interactuar con otras disciplinas ella
literalmente es la base de absolutamente todo.
Así
lo menciona el Doctor en Ciencias Químicas e Investigador Científico español,
Bernardo Herradón en su publicación denominada La Química: ciencia central
en el siglo XXI donde cita que todo es química. “Esta característica hace
que la química sea considerada la ciencia central. La
química interacciona con otras ciencias, como la toxicología, la ciencia de los
alimentos, las ciencias medioambientales, la ciencia de los materiales, las
ciencias agrícolas, la veterinaria, la medicina, la biología y la física. En
todas estas ciencias se usan conceptos y métodos de la química (basados en el
empleo y manipulación de moléculas) para estudiar fenómenos y generar productos
de consumo. Por poner algunos ejemplos, todo lo que comemos es una mezcla de
sustancias químicas (ya sean naturales o artificiales), o el efecto biológico
que tienen las sustancias químicas se tiene que explicar a nivel molecular, lo
que influye en ciencias biomédicas, toxicología y ciencias medioambientales.”
De
manera que como lo dice el especialista, ha vivido entre nosotros, desde
siempre.
Pero de la misma forma en que este elemento inmerso en la naturaleza y en nuestras vidas nos ha conectado, también ha sido artífice de los más infundados temores.
No le temen a las radiaciones emitidas por un teléfono móvil pero sí a todo aquello donde interviene la mente humana, esa química que nos ha permitido vivir, conocernos y facilitarnos claramente nuestra existencia.
Los
científicos le han denominado “quimiofobia” un temor infundado a los químicos
artificiales, donde algunos creen que lo natural es “mejor y más saludable” que
lo producido industrialmente o en un laboratorio, cuando existe suficiente
evidencia científica y regulación que respalda la seguridad de todo lo que se
ha ido desarrollando.
El problema ha sido tal, que muchas personas no permiten que sus hijos sean vacunados, por el peligro de “un agente artificial”, cuando la medicina basada en la evidencia ha sido contundente en señalar la importancia de la inmunización desde edades tempranas.
Respaldo
y regulación minuciosa
Justamente cuando los químicos se dieron
cuenta que podían crear nuevas sustancias químicas, empezaron a buscar
aplicaciones, tal y como lo señala el experto Herradón en su publicación. Y con
ella, también vinieron nuevos controles y normativas internacionales que
permitieron garantizar su impacto positivo en la calidad de vida a nivel
mundial.
De
manera que la química y todas sus innovaciones son sumamente reguladas
internacionalmente. Los protocolos existentes y los organismos internacionales y
nacionales regulan la práctica de todo nuevo desarrollo o producto en el campo
médico o alimenticio, eso sin mencionar otras disciplinas que se benefician de
sus aplicaciones.
Así
lo señala Karla Andrade, experta ecuatoriana en Química Farmacéutica, quien desecha
cualquier idea que tienda a temerle a la Química, pues los compuestos de ese
tipo se encuentran en todos lados y han sido parte de nuestra vida cotidiana.
Es más, la profesional, integrante del staff de profesionales en
un laboratorio farmacéutico privado, recuerda que antes de que un producto
químicamente procesado se expenda al público, este debe contar con la
certificación de la autoridad sanitaria respectiva. A esto se suma la
rigurosidad y ética profesional del trabajo que realiza cada especialista, y todo un proceso que respalda la seguridad para
que ese producto llegue al mercado.
“Hay
organismos nacionales e internacionales que exigen el cumplimiento de procesos
tanto en productos como en sus envases”, detalla Andrade. Tanto en el resto del
mundo como en nuestro país, existen entidades que regulan todo proceso de
innovación en este campo. Por ejemplo, instituciones, apoyados en las normas
INEN del Servicio Ecuatoriano de Normalización a través de la FAO, determinan
el grado de los compuestos de los productos de tal manera que, en el caso del
consumo humano, no exponga a las personas a ningún tipo de riesgo y brinde
seguridad. Los análisis de la materia prima, del proceso y del producto final
son las fases del control de calidad que se aplican a los productos antes de
exponerse al público. Estas fases se contemplan en la norma ISO 9001:2015 que
regula los sistemas de gestión de calidad de procesos, incluyendo el de las
áreas de producción. El cumplimiento de esta norma evidencia en las empresas su
capacidad para proporcionar productos de calidad y cuya composición química no
cause alteraciones en el cuerpo humano.”
En
ese contexto, las actitudes de un ingeniero químico son guías y orientación de
la conducta, y manifiestan los valores adquiridos que orientan su actividad
profesional en beneficio de la sociedad y de su entorno haciendo un uso
eficiente de los recursos, fomentando la conciencia social y ambiental. Una
actitud, según el Instituto Mexicano de
Ingenieros Químicos, es la tendencia a decidir, pensar o actuar de una
determinada manera bajo ciertas circunstancias.
En
un estudio publicado en marzo del 2018, ONU Medio Ambiente advirtió que la
producción química actual se cifra en 2 300 millones de toneladas, pero que se
duplicará para 2030. En el documento, la entidad rescata el desarrollo de
innovaciones químicas sostenibles. La idea es que la Química “desempeñe un papel
importante en la sociedad moderna y en el logro de los objetivos de la Agenda
2030 para el Desarrollo Sostenible”.
El informe asegura que los Gobiernos están tomando
medidas reglamentarias sobre muchos productos químicos; algunas empresas están
impulsando estándares de una gestión sostenible en la cadena de suministro; y
los consumidores han aumentado la demanda por productos y métodos más seguros.
Se necesita de ella para vivir, mejorar la esperanza de vida, medicinas, alimentación, hasta energía, y por eso se busca lograr mecanismos que permitan fortalecer su desarrollo, con procesos seguros y sostenibles en el largo plazo.
En tiempos actuales donde el contenido digital determina ciertos estilos de vida y hábitos de consumo, la alimentación se ha vuelto todo un tema de discusión. Nos invaden cientos de titulares y críticas de influencers que nos dicen qué alimentos comer y cuáles no, cómo consumirlos e incluso dónde adquirirlos. Lee: La ciencia dice que sí al consumo de frutas y verduras.
Pero lo que no se nos ha dicho es que también debemos ser conscientes de la inocuidad de lo que comemos. Aunque para algunos sea un término nuevo, la inocuidad alimentaria, es un concepto que ha hecho carrera en las políticas públicas desde hace varias décadas. Se trata de todas aquellas acciones que garantizan la máxima seguridad posible de los alimentos, y abarcan toda la cadena alimenticia, desde la producción hasta el consumo.
Las Enfermedades Transmitidas por los Alimentos, conocidas como ETAS, son una importante carga para la salud. A pesar de los avances, aún millones de personas se enferman y muchas mueren por consumir alimentos insalubres. Aunque hemos mejorado las condiciones de higiene y la cobertura de agua potable, aún hay mucho por hacer. Lee: El debate sobre los agroquímicos y los alimentos.
Para fortalecer la educación en el tema, la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – FAO y la Organización
Mundial de la Salud – OMS promueven el Día Mundial de la Inocuidad de los
Alimentos para recordarnos que independientemente de la producción de
estos, todos pueden presentar riesgos de naturaleza microbiológica, química o
física que con frecuencia son invisibles a simple vista; bacterias o virus son
algunos ejemplos.
Pero en la cotidianidad solo somos conscientes de lo anterior cuando presentamos una intoxicación alimentaria. Es entonces cuando recordamos algunas prácticas básicas y responsables como: Evitar comer algunos alimentos crudos, sin lavar o sin procesar adecuadamente. Sin embargo, al tiempo de recuperarnos las volvemos a olvidar. Lee: Alimentos: ¿qué es peligroso ingerir y qué no?
Afortunadamente existe el Codex Alimentarious, una colección de
normas, códigos de prácticas, directrices y recomendaciones a nivel
internacional que mitigan los peligros potenciales de los alimentos para nuestra
salud. Todos los gobiernos deben seguir los lineamientos del Codex Alimentarius
e implementar acciones que garanticen la inocuidad de los alimentos.
El Codex Alimentarius se ha encargado desde 1963 de emitir directrices que evalúan: la higiene, los niveles máximos de uso de aditivos, los límites máximos de residuos de plaguicidas y medicamentos veterinarios, así como niveles máximos para evitar la contaminación microbiológica y por sustancias químicas. Todas estas normas se basan en un asesoramiento científico sólido y actualizado generado por la FAO y la OMS. Lee: Residuos de plaguicidas en los productos frescos, ¿Cuántos, qué significan, que dicen los expertos?
Residuos de Plaguicidas en los alimentos
Hay rastros de plaguicidas que pueden permanecer en los cultivos a la hora de la cosecha.
Los LMRs se establecen muy por debajo de los márgenes de seguridad para determinar que los alimentos producidos con plaguicidas sean adecuados para el consumo. Este estándar permite que los consumidores puedan confiar en la seguridad y la calidad de los alimentos.
Los gobiernos y las exigencias del mercado perfeccionan cada día los procesos para medir y controlar que las cosechas no sobrepasen los LMRs.
Los Límites Máximos de Residuos (LMRs) son una medida que designa el nivel más alto de residuos de plaguicidas permitidos legalmente en la comida.
Los residuos de plaguicidas, si los hay, son tan bajos que las personas tendrían que consumir cantidades enormes, como consumir 28,000 fresas en un solo día, para sobrepasar los límites de seguridad que existen para esta fruta.
Si bien el Codex contribuye a la seguridad de los alimentos, es necesario que como ciudadanos activos exijamos a las autoridades, a los agricultores, a la industria de los alimentos y a los comerciantes acciones de prevención que garanticen la seguridad de los alimentos. Igualmente debemos seguir en casa las medidas de higiene necesarias. Lee: Ante el miedo, la evidencia científica.
Responsabilidades en la Inocuidad
Alimentaria
Agricultores: Deben
cumplir conlas Buenas Prácticas Agrícolas, BPAs como aplicar el Manejo Integrado
de Plagas (MIP), hacer un uso responsable de todos los insumos – incluidos los
productos fitosanitarios o plaguicidas y los fertilizantes – y usar agua de
buena calidad para regar el cultivo y/o lavar la cosecha.
Cadena de producción: Sea la agroindustria, los distribuidores o los comerciantes, deben
mantener los alimentos correctamente refrigerados, y mantener la higiene de los
depósitos y a través de todo el proceso de manipulación de los mismos.
Gobiernos (Ministerios
de Salud, Agricultura y Economía o Agencias de Inocuidad): Deben verificar que se cumplan los
requisitos del mercado objetivo en productos hortofrutícolas, pesqueros y
ganaderos, dando el aval para que el consumo de estos sea seguro. Además de dar
atención y control a los alimentos importados.
Consumidores: Aplicar normas básicas en casa como:
Refrigerar carnes o lácteos y más alimentos que lo requieran, procesar cada
comida con utensilios limpios, consumir en fresco productos como frutas y
verduras y siempre lavar éstas antes de su preparación. Lee: La importancia de lavar los alimentos.
¿Por qué
insistir en la inocuidad?
Más de 200 enfermedades se propagan a través de los alimentos
1 de cada 10 personas se ve aquejada por alimentos contaminados
cada año
Cada año, 420 000 personas fallecen por consumir alimentos
contaminados, de las cuales 125 000 son niños menores de 5 años
Las enfermedades transmitidas por los alimentos afectan más a las
personas vulnerables que a otros grupos
Para evitar la propagación de amenazas como la resistencia a los
antimicrobianos
Tomado de: Forbes Steven Savage, Colaborador y consultor de tecnología agrícola. 10 de abril, 2018
Dentro de las múltiples tendencias de dietas y hábitos alimenticios que hoy tenemos a disposición, se generan grandes dudas por los alimentos producidos por la agricultura convencional porque utilizan químicos. Una de las mayores preocupaciones de los consumidores es si los residuos de plaguicidas pueden generar problemas de salud.
¿Estará en riesgo su salud con su dieta de alimentos producidos bajo métodos convencionales? Muchos estudios demuestran que no.
Hoy les compartimos apartes de un análisis publicado en la revista Forbes que compara los residuos de plaguicidas en legumbres sembradas de forma orgánica y convencional en Estados Unidos, titulado La verdad sobre los residuos de plaguicidas en los productos frescos: todas alentadoras, algunas incómodas. El análisis fue realizado por Steven Savage, Colaborador y consultor de tecnología agrícola.
Los resultados de entrada son positivos, pues evidencian que el suministro de productos frescos es seguro desde la perspectiva de residuos de plaguicidas. EL 99.85% de los residuos que se detectaron están por debajo de las “tolerancias” ya conservadoras establecidas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) sobre la base de una evaluación de riesgos exhaustiva y rigurosa que refleja toda la información toxicológica disponible.
Esto no se basa en datos al aire, sino en un muestreo de cultivos realizado en el 2016 que evaluaba la detección de plaguicidas y comparaba éstos con los límites permitidos por el EPA, arrojando estos gráficos:
Verduras y frutas convencionales
Estos son los cultivos muestreados del suministro de alimentos de los EE. UU. por el USDA en 2016.
Verduras y frutas orgánicas
Estos son los cultivos para los cuales el USDA recolectó algunas muestras orgánicas en 2016. Debajo de cada cultivo se indica el número de muestras y de detecciones de plaguicidas sintéticos.
La parte negra representa productos químicos detectados “En casi todos estos casos, las cantidades detectadas son tan bajas que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y EPA reconocen que no hay ningún riesgo real involucrado”.
La parte roja de las barras es para detecciones que exceden la tolerancia. La parte rosa de las barras es para detecciones que están entre 1/20 de la tolerancia y la tolerancia.
En el cuadro de arriba hay una pequeña línea punteada de color verde y cualquiera de los resultados a la izquierda podría calificar técnicamente como «aceptable para orgánico». Es decir más del 70% de estas frutas y verduras convencionales bien podrían ser categorizadas como orgánicas.
Pero las noticias son aún mejores. La parte de color verde claro de las barras es para detecciones entre 1 y 5% de la tolerancia o entre 20 y 100 veces menor que esa norma. La sección de color gris es para detecciones de 100 a 1,000 veces más bajas que la tolerancia, y la parte verde oscuro de la barra es para detecciones más de 1,000 veces menores que la tolerancia; ¡algunas de estas son más de 10,000 veces más bajas! La transparencia del programa del USDA en el suministro de los datos detallados es buena porque revela lo insignificante que son estos residuos desde la perspectiva de la salud, además observe que para las frutas convencionales hubo muy pocas detecciones sobre las tolerancias o sin tolerancia.
Ahora, muchos consumidores piensan que orgánico significa que no se usan plaguicidas de síntesis química. Ese no es el caso. Existe una lista bastante extensa de opciones de plaguicidas «naturales» que están permitidas, y natural no siempre significa «más seguro» . Todos los pesticidas naturales se someten al escrutinio de la EPA y están sujetos al mismo tipo de «restricciones de etiqueta» diseñadas para asegurar que se puedan usar de forma segura.
Los agricultores convencionales también usan muchos de los productos naturales como parte de su programa, para proteger el rendimiento y la calidad del daño causado por las plagas, y al mismo tiempo lo hacen de una manera que es segura para nosotros. Por lo tanto un comprador ilustrado debería rechazar cualquier guía manipuladora y elegir sus frutas y hortalizas basándose en la frescura, el sabor y la asequibilidad, y también debería prestar atención a las recomendaciones de nutricionistas sobre comer muchas frutas y verduras
Es importante saber que no todo lo convencional está producido 100% con plaguicidas químicos, ni todo lo orgánico está libre de plaguicidas.
Decíle «sí» a estar informado para disfrutar de tu comida. La comida tiene un rol fundamental en nuestras vidas, queremos comer sano y seguro. La seguridad es una prioridad para todos los que intervienen en cada una de las etapas de la cadena alimentaria, desde el campo hasta la mesa. Y aunque los alimentos que consumimos son seguros, muchas veces nos surgen dudas.
Por ejemplo, se observa una creciente preocupación acerca de cómo afecta nuestra salud ingerir alimentos derivados de cultivos tratados con productos fitosanitarios (también llamados agroquímicos). Es por eso que elaboramos este cuestionario para responder a las dudas y consultas más comunes.
¿Qué son los productos fitosanitarios y para qué se utilizan?
Los fitosanitarios son productos utilizados para minimizar o evitar el daño que las plagas les causan a los cultivos, y que afectan tanto al rendimiento como a la calidad de los mismos. También se los conoce como agroquímicos, plaguicidas, pesticidas, etc., sin embargo hoy se los prefiere llamar «productos fitosanitarios», ya que su objetivo es preservar la salud de los cultivos en la producción agrícola. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los fitosanitarios son cualquier sustancia o mezcla de sustancias destinadas a prevenir, controlar o destruir cualquier agente (insecto, maleza, hongo u otro) que perjudique a la agricultura durante la producción, el almacenamiento, el transporte, la elaboración y la distribución de los productos agrícolas y sus derivados.
¿Qué tipos de productos fitosanitarios existen?
En relación con la plaga que controlan, pueden ser acaricidas, fungicidas, insecticidas y herbicidas, según controlen ácaros, hongos, insectos o malezas, respectivamente. Con respecto al origen, los productos fitosanitarios pueden ser minerales, biológicos o de síntesis química. Entre los minerales se pueden mencionar los compuestos de cobre y azufre. Entre los productos biológicos están los constituidos por bacterias, como por ejemplo Bacillus thuringiensis, que controla insectos lepidópteros. El tercer grupo de fitosanitarios es el más comúnmente empleado y corresponde a los productos sintetizados químicamente (como por ejemplo, todos los herbicidas que se usan actualmente).
¿Cómo se usan los productos fitosanitarios?
Los productos fitosanitarios se aplican en distintos momentos del ciclo de los cultivos. En algunos casos se aplican preventivamente para evitar la aparición de la plaga, mientras que en otros se aplican luego de la aparición de la plaga y antes de que se alcance el umbral de daño económico, es decir, el momento a partir del cual se generan pérdidas en el cultivo. También hay productos que se utilizan luego de la cosecha, para prevenir, por ejemplo, el ataque de hongos en frutas y cereales. Los productos fitosanitarios, deben ser incorporados a un Manejo Integrado, que utiliza varios tipos de herramientas y prácticas para manejar los cultivos, incluyendo control químico y biológico, prácticas culturales, etc. En todos los casos, es fundamental que los productos fitosanitarios se usen responsablemente y siguiendo las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), de modo de asegurar que no dañen la salud humana y animal ni al ambiente.
¿Cómo se prueba la seguridad de un producto fitosanitario?
Los productos fitosanitarios tienen un marco regulatorio para su experimentación, aprobación y uso que es de aplicación internacional. En Argentina este marco funciona en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, más específicamente, en el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA). Este organismo se ocupa de evaluar la seguridad de los productos fitosanitarios a través de un gran número de estudios diseñados para determinar sus efectos potenciales sobre la salud de las personas y animales, y el ambiente.
Sí, la agricultura orgánica utiliza productos fitosanitarios que deben estar autorizados para esta práctica agrícola. Si bien excluye el uso de productos sintéticos, emplea productos basados en bacterias (como Bacillus thuringiensis), minerales (como compuestos de cobre o el azufre) o plantas (como la rotenona, aunque se usa ya muy poco debido a su elevada toxicidad). En el caso de los fertilizantes, usa compost orgánico o estiércol.
¿Puedo comer con tranquilidad cereales, frutas y verduras que han sido tratados con productos fitosanitarios?
Sí, porque este aspecto también está contemplado durante el proceso regulatorio y la presencia de productos fitosanitarios en los alimentos está controlada a lo largo de la cadena de producción. Los productos fitosanitarios pueden ser absorbidos o quedar en la superficie de la planta. Sin embargo, la cantidad inicial de producto fitosanitario que queda luego de la aplicación se reduce durante el ciclo del cultivo y las cantidades que quedan en las superficies comestibles son mínimas. A esta pequeña cantidad se la denomina «residuo», y muchas veces no se puede detectar aún usando los equipos de análisis más modernos. La posible presencia de residuos en los alimentos es uno de los aspectos que se tiene en cuenta cuando se autoriza el uso de un determinado producto fitosanitario. En Argentina, el SENASA, después de ensayos regulados y evaluaciones exhaustivas, determina la cantidad máxima que se puede tolerar de un producto fitosanitario en los alimentos para que no cause ningún daño a la salud. Para ello, se adecúa a los lineamientos de la FAO y la organización Mundial de la Salud.
Resumiendo: Como se mencionó al principio, la responsabilidad de garantizar la seguridad de los alimentos es compartida por todos los que intervienen en cada una de las etapas de la producción y manejo de los alimentos, desde el campo a la mesa. Esto incluye a quienes producen las materias primas, las compañías que fabrican alimentos, los establecimientos que sirven comida y los consumidores.
Informáte y disfrutá de tu comida ¡La mesa está servida!
19 de diciembre de 2018
Roberto Ramírez Médico, gerente de asuntos públicos de Bayer
Para muchos, “comer saludable” significa alimentarse de frutas y verduras, tomar mucha agua, consumir proteína, fibra y hacer ejercicio; y si bien todos estos alimentos y hábitos son buenos, en cantidades excesivas todo puede ser nocivo para la salud.
El cianuro por ejemplo, es uno de los venenos más comunes y conocidos, menos de un gramo de cianuro podría matar a un ser humano. Pero si les digo que el agua también puede ser letal ¿me creerían? Pues así es, 10 litros de agua en una sola ingesta causan 50% de probabilidades de muerte, pues esta dosis diluye el sodio y el potasio en la sangre, y pueden llevar a desarrollar un paro cardíaco. En 2008 fue muy sonado el caso de la inglesa Jacqueline Henson de 40 años, madre de cinco hijos, quien murió tras los que los medios calificaron como un “trágico accidente”: ella estaba realizando desde hacía tres semanas una dieta basada en la ingesta de agua para lograr pérdida de peso.
Todos sabemos que el agua es necesaria para la vida, pero en exceso aunque suene increíble, no lo es. Este ejemplo me permite contarles algo que para los médicos y científicos es muy difícil de explicar: el riesgo cero no existe, porque siempre habrá un grado de exposición en el que podríamos tener un impacto.
Como lo estableció Paracelso en el siglo XVI, “nada es veneno, todo es veneno, depende de la dosis”. Ejemplos hay muchos: la vitamina D en exceso puede causar cáncer; la sal en dosis superiores a tres gramos por cada kilogramo de peso, puede causar la muerte.
La frase de Paracelso también puede ser aplicada a los agroquímicos que generan preocupaciones en gobiernos, organizaciones y en la población. Sin embargo, un uso responsable de los agroquímicos permite tener alimentos nutritivos, saludables y buenos que además proporcionan rentabilidad y una vida digna a los agricultores.
No sé cuántos de ustedes escucharon las alertas de contaminación por E.Coli que hubo en el pasado Día de Acción de Gracias en Estados Unidos: las autoridades realizaron un llamado a la ciudadanía para no consumir lechugas romanas, el foco de contaminación no había sido identificado. Como médico puedo contarles que este tipo de bacterias llegan a un cultivo por excrementos, como los que se pueden utilizar en cultivos orgánicos que realizan mezclas no controladas de compostaje para fertilizar la tierra. Aunque parezca un contrasentido, los agroquímicos utilizados de forma correcta y como se indica en las etiquetas, pueden minimizar este tipo de riesgos.
Nadie quiere comer dosis perjudiciales de agroquímicos, por eso es fundamental recordar que el riesgo de estos productos viene definido por la dosis y la exposición que tenga el alimento a la sustancia. El simple hecho de que un alimento haya estado expuesto a un agroquímico no lo hace peligroso, ni poco saludable.
La alimentación es un tema que me apasiona, a diario escucho que los alimentos hoy no son seguros, pero gracias a la ciencia que nos ha permitido conocer cada vez más los procesos celulares, a la modernización industria de los alimentos y las miles de herramientas con las que contamos hoy en día para producirlos, puedo asegurarles que “nunca hemos tenido alimentos más sanos”.
Bernhard Url, director de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria.
El diario El País de España, entrevistó a Bernhard Url, director de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés). La conversación abordó temas controversiales como el miedo creciente frente a los alimentos, las intoxicaciones, la obesidad, los plaguicidas, el desperdicio de alimentos.
Noviembre 2018
Bernhard Url es un veterinario nacido en Austria dirige la agencia europea que tiene la responsabilidad de emitir estudios sobre patógenos, contaminantes y otros compuestos presentes en los alimentos para que los políticos tomen decisiones basadas en evidencia científica. En otras palabras la EFSA da un parte de tranquilidad a los consumidores sobre la calidad y la inocuidad de los alimentos.
Por esta razón la entrevista comenzó con la siguiente pregunta: ¿Qué come, qué no come y por qué? Como de todo. No tengo ningún miedo de comer cualquier cosa porque el nivel de seguridad alimentaria en Europa es muy alto, aseguró Url.
Pero esa confianza de Bernhard Url de 57 años, no la tienen los consumidores europeos, quienes perciben que el principal problema alimentario es la presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos. A lo que Url respondió: el riesgo cero no existe, pero en este campo es muy, muy bajo. Los mayores peligros son las intoxicaciones alimentarias, bacterianas y virales. Hay posiblemente millones de intoxicaciones cada año en Europa que se podrían prevenir con higiene y control. En residuos químicos, por ejemplo pesticidas, hemos desarrollado límites máximos de residuos y anualmente hacemos un informe europeo. El último indica que más del 97% de la comida está por debajo del umbral máximo. El 50% no tiene ningún residuo. Solo el 2,4% está por encima. La situación es muy buena.
Al preguntarle si los miedos infundados sobre la comida van en aumento, el director de la EFSA respondió que si, y explicó que el problema es que las personas no quieren entender que los residuos de plaguicidas son tan bajos que no representan riesgo. Y hace una profunda reflexión sobre el tipo de agricultura que queremos, pero aclara que esa es una discusión política. No es sobre ciencia, sino sobre valores, sobre economía. No deberíamos mezclarla con la ciencia basada en evidencias.
Url hizo un llamado para que los consumidores confíen en cómo se produce al comida, que hoy viene de muchos países y no es posible tener control absoluto. No sabemos de dónde viene la comida y tenemos que confiar en una maquinaria compleja del proceso de alimentos. Si queremos comer tenemos que confiar.
Al preguntare si la comida orgánica era mejor, respondió que en términos de seguridad y nutrientes no hay diferencias, las ventajas están en la sostenibilidad. No creo que podamos reemplazar la agricultura convencional al 100%, pero en algunos países llega al 20% y creo que incluso se podría llegar al 30%.
Temas como el glifosato, que han despertado el interés mundial de los consumidores también fue abordado en la entrevista y Url aseguró que nadie tiene que temer al glifosato si se usa bien.
Publicado el 5 de julio de 2018 Amber Pankonin, M.S., R.D. Consultor de Comunicaciones Nutricionales
Como dietista registrada y educadora en nutrición, dedico mucho tiempo a abordar los mitos sobre la alimentación y la nutrición. Hoy tenemos más consumidores haciendo preguntas específicas acerca de dónde provienen los alimentos y cómo se producen. Aunque a menudo yo aliento este tipo de preguntas, las organizaciones activistas y los documentales que difunden mensajes falsos sobre las prácticas agrícolas hacen que mi trabajo sea mucho más complicado cuando hablo con los consumidores acerca de incluir suficientes frutas y verduras en sus dietas.
Desde mediados de los 90s, el Grupo de Trabajo Ambiental con sede en los EE. UU. Ha publicado una lista conocida como la “Docena Sucia.” Esta lista contiene 12 frutas y verduras que se cree que contienen la mayor cantidad de residuos de plaguicidas (cantidades traza). Las fresas, las espinacas y las nectarinas encabezan la lista, seguidas por otras favoritas populares, como las manzanas, los tomates y las papas. La «Docena Sucia» alienta a los consumidores a comprar variedades orgánicas de estas frutas y verduras en particular en lugar de las cultivadas convencionalmente. Cada año, esta lista recibe atención de los medios de comunicación y cada año me encuentro atendiendo las preocupaciones de los consumidores debido a ello. Los titulares sobre la «Docena Sucia» y el riesgo de los plaguicidas son a menudo engañosos y pueden sembrar fácilmente dudas cuando se trata de consumir frutas y verduras saludables.
La Verdad Limpia
Lo que los consumidores quizás no comprendan es que incluso las variedades orgánicas de productos agrícolas a menudo se tratan con plaguicidas orgánicos. Los científicos sugieren que incluso si usted compra productos de granja orgánicos, esto no significa que sus frutas y verduras estarán libres de plaguicidas.1 Siempre es una buena práctica lavar todos los productos agrícolas ya sean orgánicos o no. Otro mito es que los productos agrícolas orgánicos son más nutritivos en comparación con los productos convencionales. Muchos estudios han demostrado que los productos agrícolas orgánicos proporcionan el mismo nivel de nutrición que los convencionales.2
También es importante entender por qué se necesitan los plaguicidas y por qué los agricultores los usan. Sin plaguicidas, los agricultores podrían perder la mayoría de sus cultivos debido a las plagas y enfermedades. Los plaguicidas son tóxicos en dosis prescritas solo para las plagas a las que están destinados, lo que los convierte en una herramienta valiosa para los agricultores. Otra cosa a considerar es que todos los plaguicidas deben someterse a pruebas exhaustivas antes de que los agricultores puedan usarlos. Las agencias reguladoras, incluida la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, evalúan la seguridad de estos plaguicidas.
Además, piense en la última vez que usó repelente de insectos. ¿Sabía que cada vez que aplica repelente de insectos para evitar las picaduras de mosquitos, está usando un plaguicida? Los insecticidas son un tipo de plaguicida que está destinado a atacar pequeñas plagas. Encuentro que las mismas personas que cuestionan el uso de plaguicidas en la agricultura no lo piensen dos veces antes de usar repelente de insectos.
Según los Centros de Control de Enfermedades de los EEUU, la mayoría de nosotros no estamos consumiendo la cantidad recomendada de al menos cinco porciones de frutas y verduras por día. El Departamento de Agricultura de EE. UU. define una porción de frutas y verduras como 1 taza, que es aproximadamente del tamaño de una pelota de tenis.
Cuando la mayoría de las personas tiene dificultades para cumplir con las recomendaciones, es difícil ver mensajes que desalienten la ingesta, especialmente cuando sabemos que el consumo de frutas y verduras está asociado con la reducción del riesgo de enfermedades como diabetes, cáncer y enfermedades del corazón.3 Al considerar si el consumir frutas y verduras vale la prevención de enfermedades, la respuesta es definitivamente sí. La evidencia es clara de que consumir frutas y vegetales de cualquier forma supera el posible riesgo de ingerir cualquier rastro de residuos de plaguicidas que podrían estar presentes.
Amber Pankonin es una dietista registrada y consultora de comunicaciones sobre nutrición con sede en Lincoln, Nebraska, EE. UU.
1 Winter, CK., Katz, JM. 2011. Dietary Exposure to Pesticide Residues from Commodities Alleged to Contain the Highest Contamination Levels. Journal of Toxicology. 2011: 589674,doi:10.1155/2011/589674.
2 Dangour, AD., Dodhia SK., Hayter A., Allen, E., Lock,K. Uauy, R. Nutritional quality of organic foods: a systematic review. The American Journal of Clinical Nutrition. Sept; 90(3):680–685,doi: 10.3945/ajcn.2009.28041.
3 Bazzano, LA., He, J., Ogden, L.G., Loria, CM., Vupputuri, S., Myers, L., Whelton, PK. Fruit and vegetable intake and risk of cardiovascular disease in US adults: the first National Health and Nutrition Examination Survey Epidemiologic Follow-up Study, The American Journal of Clinical Nutrition. Jul;76(1):93-9.