Así como los antiguos griegos aprendieron a utilizar sales minerales y azufre para erradicar hongos y larvas de sus cultivos, los hombres y mujeres de la vida moderna, a través de métodos científicos, han desarrollo y perfeccionado productos fitosanitarios con los que se pueden evitar las múltiples plagas que amenazan nuestro entorno.
El desarrollo de la industria de plaguicidas implica un esfuerzo y proceso largo, de inversión, de constancia, de investigación que dura entre 12.3 años, para que esas sustancias que se analizan y estudian puedan salir de manera exitosa al mercado.
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Los equipos multidisciplinarios que intervienen y la normativa de seguridad y calidad con que se trabaja, garantizan que al final, sean productos cada vez más seguros que se desplazan y utilizan en diversas actividades del quehacer humano. Los plaguicidas son los productos más estudiados en la historia de la humanidad.
Debido a los cambios en metodología y clasificaciones de gastos, estos presentaron un incremento entre los años 1995 a 2000. La industria agrícola, por ejemplo, invierte más de 301 millones de dólares al año para producir en un lapso de entre 12.3 años, nuevos plaguicidas, más eficaces, menos dañinos y útiles para agricultores, consumidores y para el ambiente.
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Cada nuevo producto es el resultado de un milimétrico trabajo de laboratorio y en campo, en el que participan científicos de distintas disciplinas, desde las agrícolas hasta las ambientales y de salud.
Sin estos, la producción mundial de frutas, vegetales, forrajes y fibras, caería hasta en un 40% por la acción de las plagas.
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