En el cine y la televisión algunos inspiran risas, ternura y hasta solidaridad
como Jerry, Speedy González o Ratattouille, pero en la vida real casi nadie quiere tener cerca a uno de estos versátiles animales.
Tan hábiles como para entrar por espacios mínimos: el suave cartílago de sus huesos le permite pasar por rendijas más pequeñas que su propio cuerpo para alcanzar tu hogar.
Y una vez allí, convertirse en un problema de salud y hasta de seguridad para la familia.
Pero ¿por qué hay ratones en casa? La principal atracción para estos roedores son los residuos desprolijamente dispuestos. Por ejemplo, si cerca a nuestra casa se dejan basuras o las cañerías de los desagües acumulan suciedad, lo más seguro es que allí merodee un colonia de ratones. A la menor oportunidad, y en búsqueda de alimento, pueden llegar cerca a tus electrodomésticos, tus mascotas o tus hijos.
Lo notarás por los ruidos en la noche. Las cajas de alimentos mordisqueadas, los restos de periódico usados para resguardarse y establecerse en tu hogar. Quizás si dejas restos de comida por ahí y por allá, los contenedores de basura abiertos o almacenas objetos de madera en lugares húmedos habrás creado las condiciones perfectas para su multiplicación.
Una vez adentro pueden causar estragos como daños en las redes eléctricas pues comen hasta cable. Lo que no comen es queso, pese al mito urbano que asocia a esta especie con ese producto lácteo. El olor de este derivado de la leche le resulta repulsivo al fino olfato de las ratas. Por lo cual, las viejas trampas con un bocado de queso no suelen funcionar tan bien como en las series animadas.
Otro mito urbano para desacreditar: las ratas y los ratones no son una diferenciación de género sino de especie. Las ratas son más grandes, tienen el hocico puntiagudo, la cola larga y delgada y unas patas delanteras muy hábiles. Los ratones son más pequeños y su pelaje más oscuro.
Aunque a lo largo de la historia han tenido un rol clave en la difusión de enfermedades -por ejemplo, en la expansión de la peste negra en la edad Media, cuando la gente quemaba a su depredador natural, los gatos, por considerarlos demoníacos- desde 1973, la Organización Mundial de la Salud alerta del rol que desempeñan estos animales en la propagación de otros males como la toxoplasmosis, la hepatitis B, la leptospira, la septicemias, la hanta virus y la salmonella.
Hay más de 50 especies de ratas en el mundo, pero las más comunes son la noruega, la de tejado y de campo, según José Villacís, Ingeniero Biólogo y gerente operativo de una empresa de control de plagas en Quito.
Hoy se utilizan anticoagulantes de segunda generación cocinado con cereales que les gusta a los roedores para garantizar su ingestión.
El auge de los defensores de los derechos de los animales también ha conducido a la introducción al mercado de trampas que preserven su vida pero permitan deshacerse de ellas y su potencial numerosa prole.
Su potencial reproductivo les permite alcanzar densidades altas en cortos lapsos. En la mayoría de las especies cada hembra adulta puede producir hasta cuatro camadas, con cuatro crías en promedio por camada.
Y son una plaga dura de eliminar. Además de un buen olfato, cuentan con sentido kinestésico, es decir, la capacidad sensorial para detectar el movimiento y las amenazas del entorno. Por eso prefieren las noches para moverse en busca de alimento.